Desde siempre, psicólogas y psicólogos nos hemos preguntado qué es la Inteligencia, ya que en los últimos siglos nuestra sociedad ha valorado dicho constructo como un ideal muy concreto del ser humano. No obstante, obtener una definición consensuada en el ámbito de la Psicología ha resultado tan complicado que actualmente se acepta como Inteligencia aquello que miden los tests.
El cociente intelectual (C.I.) se ha convertido en el referente de este argumento ya que en general representa la relación que existe entre puntuaciones elevadas y mejores calificaciones en el ámbito académico.
Pero en el siglo XXI esta visión ha entrado en crisis por dos razones. Primera, la inteligencia académica no es suficiente para alcanzar el éxito profesional. Y segunda, la inteligencia no garantiza el éxito en nuestra vida cotidiana. Efectivamente, obtener puntuaciones altas en el C.I. no facilita la felicidad ni con nuestra pareja, ni con nuestros hijos, ni que tengamos más y mejores amigos.
Así pues, son otras habilidades emocionales y sociales las responsables de nuestro bienestar psicológico, así como de nuestro ajuste social y relacional.
Y es en este contexto, en el que surge el concepto de Inteligencia Emocional (I.E.) como una alternativa a la visión clásica. Pero…, ¿qué es la Inteligencia Emocional?
¿Qué es la inteligencia emocional?
Inteligencia Emocional “es saber controlar nuestras emociones y manejar con más destreza nuestras relaciones.” Daniel Goleman.
Podemos decir que la Inteligencia Emocional tiene dos grandes áreas de competencia: la personal y la social.
La competencia personal guardaría relación con el dominio de uno mismo, mientras que la competencia social determinaría el manejo adecuado de las relaciones con los demás.
Teniendo en cuenta ambas competencias, las habilidades prácticas que se desprenden de la inteligencia emocional son cinco:
Se entiende por autoconciencia a la capacidad de saber qué está pasando en nuestro cuerpo y qué estamos sintiendo.
El control emocional consiste en regular la manifestación de una emoción y/o modificar un estado anímico y su exteriorización.
- La capacidad de motivarse y motivar a los demás.
Por razones prácticas se considera a la motivación formando parte del primer grupo (habilidades intrapersonales, junto con la autoconciencia y el control emocional) pero en términos de exactitud, como se acaba de decir, puede ser vista en sus dos aspectos: una habilidad interna y una habilidad externa o de relación.
¿Sabemos reconocer los sentimientos de las demás personas? ¿Comprendemos por qué los demás se sienten así? Esta es la habilidad de “ponernos en el lugar del otro”, de experimentar las emociones de los demás como si fuesen propias.
En esta habilidad, la escucha juega un papel fundamental. Así pues, a través de una escucha empática captamos el mensaje de nuestro interlocutor sin prejuicios, desde su punto de vista. Consiste en comprenderle profundamente desde su propio marco de referencia, tanto emocional como intelectualmente.
- Las habilidades sociales.
No es ningún secreto que una de las partes más importantes de nuestra vida son las relaciones sociales. En cada una de las cosas que hacemos hay un componente de relaciones con los demás que determina en gran medida (facilitando o entorpeciendo) nuestra búsqueda de la felicidad.
Según Caballo (1986): "La conducta socialmente habilidosa es ese conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresa los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de ese individuo de un modo adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás, y que generalmente resuelve los problemas inmediatos de la situación mientras minimiza la probabilidad de futuros problemas."
De aquí podemos extraer varias ideas de gran interés para la vida diaria:
- Contexto interpersonal: Hay que examinar el contexto, con quién, cuándo y cómo se emiten las respuestas socialmente habilidosas.
- Respetando las conductas de los demás: Tan habilidoso es expresar un cumplido cómo aceptarlo de la forma adecuada. El modo en el que reaccionamos a las conductas de los demás tiene siempre sus consecuencias.
- Resuelve y minimiza problemas: Las habilidades sociales están orientadas a un objetivo. Estos objetivos pueden ser de varios tipos:
Objetivos materiales - Efectividad en los objetivos (Ej. conseguir que nos suban la nota).
Objetivos de mantener o mejorar la relación - Efectividad de la relación (Ej. minimizando la probabilidades de tener un conflicto interpersonal).
Objetivo de mantener la autoestima - Efectividad en el respeto a uno mismo.
El desarrollo de una conducta socialmente habilidosa está íntimamente ligado a la comunicación asertiva. La esencia de la conducta asertiva puede ser reducida a cuatro patrones específicos de respuesta:
- La capacidad de saber decir "no".
- La capacidad de pedir favores y hacer requerimientos.
- La capacidad de expresar sentimientos positivos y negativos.
- La capacidad de iniciar, continuar y terminar conversaciones.
La inteligencia emocional en los niños
La infancia es una etapa crucial en el manejo y control de las emociones, ya que es uno de los momentos en el que mejor se adquieren los aprendizajes. Así pues, podemos decir que el desarrollo de la Inteligencia Emocional podría constituirse como un aprendizaje fundamental ya que a su vez también es la base de los demás.
La Inteligencia Emocional favorece en el niño un sano desarrollo, y mejora o proporciona aquellas habilidades que le permitirán afrontar problemas, ya sea del ámbito familiar como social y escolar.