Los humanos tendemos por naturaleza a temer lo desconocido y, tristemente, mucha gente desconoce o tiene un conocimiento erróneo de los trastornos mentales. Esto los lleva a discriminar, rechazar, ignorar o incluso tratar mal a las personas que les rodean y que tienen problemas psicológicos. La consecuencia más grave de esta actitud es el daño que se le hace a la persona que sufre el problema psicológico.
Para entenderlo mejor, imaginémonos que tenemos una gripe fuerte y que encima nuestros familiares, amigos, jefes, nos dicen que somos unos exagerados, que ellos no perderían ni en broma un día de trabajo, que la fiebre es mucho cuento o que eso nos pasa por ser tan sensibles… No es difícil deducir que con una gripe grave esto te deja aún más hecho polvo, quitándote las pocas fuerzas que tenías. Pues lo mismo le pasa a una persona con depresión, ansiedad o cualquier otro problema de salud mental. Estas actitudes empeoran el cuadro, hacen daño y frecuentemente incluso llevan a que la persona no reciba la atención médica o psicológica adecuada o retrase el pedir ayuda por temor al qué dirán, además fomenta la represión y el aislamiento que tanto daño harán a la larga.
A parte de este daño obvio, la discriminación y el estigma tienen un filo aún más letal, si bien silencioso, y es que, con el tiempo, el estigma de la sociedad desemboca en el autoestigma, la propia persona acaba interiorizando todo lo que oye y rechazándose a sí misma por tener un problema psicológico, llevando esto a un profundo malestar y una caída muy fuerte de la autoestima. El autoestigma, el juzgarse a uno mismo de forma negativa simplemente por tener un problema de salud mental, es una barrera que dificulta el avance de la terapia y que se trabaja desde el principio del tratamiento en psicología.
Afortunadamente nos encontramos en una época en la que se están empezando a estudiar y a promover políticas para combatir la estigmatización de los trastornos mentales, y aumentar el conocimiento y el acceso a los recursos de ayuda en la sociedad, un avance que era muy necesario.
Debemos tener en cuenta que el sufrir problemas de salud mental es parte de la naturaleza humana, igual que nuestro cuerpo es vulnerable a ciertos virus, nuestra psique es vulnerable a reaccionar de cierta manera ante eventos internos o externos. Debemos tener en cuenta que 1 de cada 4 de nosotros sufrirá un problema psicopatológico a lo largo de su vida*, es decir, un 25% de la población, es por lo tanto algo muy frecuente. No es extraño ver a personas que tras años de rechazar a otros por el simple hecho de tener depresión, ansiedad, etc.., sufren ellos mismos un episodio y deben reevaluar profundamente todas sus creencias.
Los psicólogos viven y trabajan mano a mano con el estigma. Parte de la labor del psicólogo es poder ayudar a entender mejor los problemas psicológicos y a largo plazo, granito a granito, ir inculcando una visión más realista y positiva de lo que es un trastorno mental en la sociedad.
*(el porcentaje varía para cada tipo de problema psicológico, siendo este porcentaje típico por ejemplo para la depresión o la ansiedad, y variando para otro tipo de trastornos mentales).