El dolor forma parte de la condición humana, y actúa como una señal de alarma que protege nuestro organismo, pero hasta cierto punto. El problema comienza cuando persiste y de ser un mecanismo de defensa, pasa a convertirse en el verdugo que no da tregua. En este momento el dolor deja que cumplir una función protectora para convertirse en una enfermedad crónica difícil de combatir. Los pacientes aquejados por dolor crónico con frecuencia experimentan otros distintos síntomas tales como ansiedad, depresión, problemas de concentración, de memoria y otros síntomas psicológicos, que agravan aun más el dolor y dificultan el funcionamiento diario de la persona.
La otra cara de la moneda, quizá menos conocida, es que el dolor prolongado en el tiempo también produce cambios estructurales y funcionales en nuestro sistema nervioso. Los investigadores alertan que estos cambios deben ser tenidos en cuenta para precisar el diagnóstico y pronóstico, así como orientar el tratamiento y establecer una correcta prevención en la cronificación del dolor, especialmente en población infantil. A pesar del desconocimiento de las causas del dolor crónico, en la última década se han llevado a cabo investigaciones desde diferentes áreas, una de ellas la genética, y los estudios apuntan que las personas que desarrollan este síndrome presentan con una predisposición genética condicionada por múltiples genes, y otros factores del entorno y psicológicos. En el siguiente reportaje, Mercedes Martínez-Jauand, doctora en Neurociencias por la Universidad de las Islas Baleares (UIB) y neuropsicóloga en Mentalment expone, a través de una entrevista en El Mundo, el papel de los factores genéticos y psicosociales en la persistencia del dolor a lo largo del tiempo. Destacan algunos resultados de investigaciones llevadas a cabo en Palma de Mallorca, en población balear con fibromialgia y dolor crónico de espalda, y en colaboración con Universidades de Estados Unidos.
En Baleares, el dolor crónico de espalda el más frecuente, con un 19% de la población balear afectada. Por su parte, se estima que entre 20000 y 40000 personas sufren fibromialgia en Baleares, con una prevalencia que oscila entre el 2 y el 4%. La variedad de condicionantes del dolor crónico dan cuenta de la necesidad de un tratamiento multidisciplinar dirigido a tratar tanto la sintomatología dolorosa, como otros síntomas que la acompañan.
Fuente: El Mundo (Ver entrevista completa)
Fecha: 14 de enero de 2015