Hoy, desde Mentalment vamos a dedicar un espacio a responder esta cuestión, ya que es una pregunta que oímos con frecuencia en nuestro trabajo, formulada hacia el psicólogo, a menudo con cierta ansiedad.
¿A qué se debe que muchas personas se planteen si son bipolares cuando acuden a terapia? ¿Es realmente algo muy frecuente ser “bipolar” hoy en día?
La respuesta es no. La incidencia del trastorno bipolar en población general es baja, para hacernos una idea, la tasa de incidencia del trastorno bipolar tipo I (con manía) en población adulta generales del 0´8% (rango entre el 0’4 y el 1’6%) y de un 0´5% para el tipo II (depresión e hipomanía). Algunos estudios muestran datos más al alza, alcanzando un rango del 3-4% (pero debemos tener en cuenta la variabilidad en la elección de criterios de inclusión en los diferentes estudios).
Por lo tanto, ¿a qué se debe que la gente utilice este término psicológico con tanta frecuencia?
Lo que ocurre, cómo en muchos otros trastornos mentales, es que se tiende a banalizar el término debido a un uso general incorrecto “o de calle”. Es decir, utilizamos el concepto psicológico erróneamente en casos en los que no se aplica. Para entenderlo mejor,debemos diferenciar lo que significa el término bipolar que usamos de forma cotidiana con el diagnóstico clínico, ya que son cosas completamente diferentes y su uso indiscriminado lleva a malentendidos. Veamos las diferencias:
- El término bipolar “de calle”: Se suele utilizar para describir a personas indecisas, que varían frecuentemente de opinión, cuyos comportamientos son percibidos como incongruentes o que cambian de estado de ánimo frecuentemente (o eso nos parece desde fuera). También solemos usarlo con gente que se enfada fácilmente, está irritable o a la defensiva,que muestra una conducta inconsistente o cuya expresión emocional resulta exagerada o demasiado intensa.
- El diagnóstico clínico (Trastorno bipolar): Es un cuadro de cierta gravedad, caracterizado por unos cambios de humor que entrañan un riesgo para la persona, pero no solo se refiere a la frecuencia de los cambios de humor, sino que también incluye una descripción de cómo son estos cambios, debiendo ser necesarias la presencia de episodios maníacos o hipomaníacos y depresivos, y estos episodios son completamente diferentes a lo que en la calle se entiende cómo estar muy feliz o “depre”. Este cuadro sí requiere siempre de atención psicológica y de una terapia estructurada.
Así pues, cuando se utiliza el concepto “bipolar” de forma incorrecta, las personas que realmente tienen un diagnóstico de trastorno bipolar puede sentir que se minimizan las dificultades que su curso puede representar y lleva a una mayor incomprensión respecto a la intervención psicológica de este tipo de problemas. Además, puede generar angustia en aquellos que no tienen un trastorno bipolar y creen tenerlo.
Ambos tipos de bipolaridad, tanto la de “calle” cómo la clínica, pueden recibir atención psicológica, pero ésta será muy diferente. El trastorno bipolar tiene unos protocolos bastante específicos, y requiere de un buen diagnóstico, mientras que en el caso de la bipolaridad de “calle” normalmente se trabaja el manejo de emociones, rasgos de personalidad, etc. Por lo tanto, si bien en ambos casos se puede intervenir para aumentar el bienestar psicológico de la persona que acude a consulta, el enfoque es radicalmente diferente.